Probablemente es una de las preguntas que nos hacemos más de una vez ¿por qué la piel pierde su luminosidad? La respuesta es porque el envejecimiento influye en la superficie de la piel y en todas las capas que la constituyen.
Los laboratorios cosméticos investigan continuamente las causas de la pérdida de resplandor, observando la interacción entre la superficie de la piel (capa córnea) y las capas inferiores (epidermis y dermis).
El envejecimiento conlleva unos cambios considerables del aspecto de la piel y su metabolismo. Los primeros signos visibles del envejecimiento son la aparición de las arrugas alrededor de los ojos (patas de gallo) y sobre la frente, y, posteriormente, de arrugas más profundas alrededor de la boca (código de barras). Al mismo tiempo, la piel pierde poco a poco su resplandor.
Los mayores cambios se efectúan en capas más profundas. Cada capa de la piel sufre con el paso del tiempo una desaceleración de su ritmo natural. La flexibilidad y el resplandor no pueden mantenerse y poco a poco la hidratación, la energía, renovación celular y la producción de la melanina se ven modificados perdiéndose la luminosidad, con lo que la piel es menos suave y aumenta la cantidad de arrugas.